«Decidí seguir trabajando como si no pasara nada»

Sobre ti…

Me llamo Javier Núñez, tengo 63 años y vivo en Arrasate – Mondragón. Hace un año que me jubilé por el párkinson. Era responsable de una sección de una entidad bancaria. Entre mis aficiones se encuentran la lectura, música, paseos y sobre todo trastear en el ordenador y en móvil (WhatsApp, Facebook, noticias…).

Sobre el párkinson…

Me diagnosticaron la enfermedad de Parkinson hace 10 años, a raíz de un dolor en el brazo izquierdo. En un principio no sabían qué me pasaba y eso me hizo recorrer varios médicos y hospitales.

En una de las tantas visitas al médico, mientras espera en la sala de espera, me empezó a temblar el brazo izquierdo y es ahí cuando el médico me comentó que no parecía ser muscular y me derivó al neurólogo, dejando caer que podría ser párkinson. La primera reacción fue pensar que estaba equivocado… Finalmente, el neurólogo nos confirmó el diagnóstico, entre otras mediante la prueba de «Vamos fuera de la consulta y en el pasillo vete caminando hasta el final y luego vuelve«. Imaginaros la sala de espera a rebosar. Casi ni podía andar por los nervios de pensar que todo el mundo me estaba mirando, aunque en realidad era lo que yo creía en ese momento, ya que cada uno bastante tenía con lo suyo.

Sobre el empleo…

Es aquí cuando llegó el momento más difícil, decidir cómo afrontar una enfermedad que solamente conocía de oídas. Personalmente me lo planteé de dos maneras: o bien comentárselo a todo el mundo, con la esperanza de que las personas al enterarse me animasen para que siguiera adelante; o mantenerlo en secreto y que no lo supieran más que la gente imprescindible, médicos y familiares allegados.

Tras darle muchas vueltas me decidí por la segunda. ¿Por qué? Porque me autoimpuse un plan que me hiciera conseguir mi objetivo, que no era otro que poder seguir trabajando como si no pasara nada a la vez que me mantuviera tan ocupado que el párkinson pasase a segundo plano. “Contra la preocupación, ocupación”. No estoy seguro de qué hubiera pasado en el trabajo si lo hubiera contado cuando me diagnosticaron la enfermedad, pero me preocupaba que habiendo luchado tanto para llegar hasta ahí no pudiera seguir trabajando para poder atender los estudios de mis hijos.

La enfermedad por supuesto que cambió mi vida, pero intenté que fuera lo menos posible. Lo pasé mal, con momentos emocionales bajos. Cuando eran muy fuertes tenía un truco para remontar. Hace tiempo leí una entrevista a la persona que tenía la fama de ser la que más libros había escrito. Y le preguntaron a ver si no se aburría o se cansaba de estar todo el día escribiendo. A lo cual respondió: «Cuando me pasa algo parecido, cojo el próximo recibo del pago mensual de la hipoteca del piso, lo pongo delante de la máquina de escribir, lo miro e inmediatamente me pongo a escribir como un loco». Yo hice lo mismo con las fotos de mis hijos. Cuando tenía un bajón, sacaba las fotos de ellos que tenía en el trabajo y arrancaba a trabajar.

Imagen del Diario Vasco (de hace muchos años, claro). Javier en su escritorio, y en la pared, las fotos de sus dos hijos que le animaban a seguir adelante.

Actualmente, a la hora de buscar empleo, una persona con párkinson tiene más dificultades si la empresa lo sabe, por el hecho de ser una enfermedad neurodegenerativa y desconocida para la mayoría de la sociedad. Por ello, creo que el proyecto Contrato Humano puede ayudar a dar a conocer el párkinson y realizar una concienciación a nivel social porque, a pesar de tener la enfermedad, todavía podemos estar totalmente capacitados y activos para seguir trabajando. De todos modos, la enfermedad va avanzando y por ello, considero que las empresas deberían tener programas de ayuda e ir adecuando los puestos de trabajo para que la persona con párkinson pueda seguir aportando valor a la empresa.

¿Algo más que quieras destacar?    

Lo que tengo claro es que al párkinson no hay que tratarlo ni como amigo ni como enemigo: como un simple conocido. Un conocido con el cual tenemos que convivir. Unos lo harán con mejor suerte que otros. Pero el que conviva con nosotros no quiere decir que haga lo que quiera. Cada uno tendrá que poner los medios necesarios para que estemos los dos lo más tranquilos posible.

Javier Núñez

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